HIPOTENUSA

He parido una hipotenusa,

la engendró el profesor

de las matemáticas.

Encerado negro,

la tiza era blanca.

Y rayó impurezas sobre mi pizarra.

Pero, entre los dedos,

le quedó el esperma de la enseñanza.

Félix

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Fecundidad

Es recorriendo tu mapa
donde, preñadas mis nubes
prefieren llover el agua.

Es recorriendo tu cauce
donde mi río embravece
y ya no respeta márgenes.

Y es en llegando a tu delta
cuando, aluvión de placeres,
lo fecunda y sedimenta.

Félix

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Si digo que te amo es repetirme

Si digo que te amo es repetirme,
si no lo digo, estoy diciendo nada.
Mil veces te diré que eres mi amada,
cada día y su noche hasta morirme.

Cada día y su noche hasta morirme,
ya que yo te presiento enamorada,
para que no te sientas malhadada,
que te amo te diré, seguro y firme.

Aun a riesgo de serte redundante,
monótono, pesado y aburrido,
como los martillazos de un herrero,

como la gotera más constante,
de golpes y gotillas el ruïdo
rítmico escucharás de mi “te quiero”.

Félix

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 Nostalgias desesperadas

Giro al revés

en este tiovivo que es mi mundo

donde a veces me monto mientras sueño.

La arena del reloj sube hacia arriba

y hacia la izquierda giran las saetas;

los cangilones

vacían en el río que, cobarde,

corre a esconderse tímido en la fuente.

Miro las fotos sepia

donde vuelvo a ponerme un pantalón

bombacho y brillantina.

Juego al fútbol y juego el mismo día

partidos de pelota en el frontón;

Me ducho y voy de fiesta,

miro a las muchachas mientras bailo

y no me entero que hay una que me mira.

Después de la resaca

me entran dudas acerca del futuro,

y como me corté cuando intentaba

afeitarme el bigote,

aprovecho y me bajo del tiovivo. 

Félix

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Los ojos de Clemente.

Para lo que hay que ver, dijo Clemente,

mejor es estar ciego.

Sus ojos se enfadaron tanto, tanto

que dejaron sus cuencas y saltaron,

echándose a rodar sueños abajo,

mientras dormía el dueño insolidario.

En el fondo del valle, junto al río,

la joven gallineta,

los encontró redondos y llevó,

con corazón de madre, presurosa,

a ocultar entre juncos, con el ánimo

de colocarse encima y empollarlos,

ignorando la ingenua

que eran hueros los ojos de Clemente.

Félix

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