dijous, 15 de maig del 2014

Primer hombre


No había tormentas sobre su cabeza,
sin embargo,
abrió el paraguas más grande de la historia,
abrió la noche.

¿Fue la mujer?
Sería sombrilla coquetuela,
no importa:
abrió la noche.

Uno y otro
sugirieron la idea de la lluvia
del rayo y de los truenos.

Desde entonces, cada hombre
abre su paraguas. ¡Qué gracioso!
Y cada mujer.

Desde entonces
Las tormentas de verano nos acosan
y las nieves de todos los inviernos.
Y, mientras abrimos los paraguas,
impertérritos jarrean los tinteros.

Félix